viernes, 23 de septiembre de 2011

"Aquí en México ya no hay amigos"


Juan E. Flores Mateos
Publicado en Notiver
Domingo 18 de Septiembre 2011

18:00 hrs
El bochorno se esparce en el Parque Independencia del puerto de Coatzacoalcos. Un parque que espera la llegada del poeta Javier Sicilia y su Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, un parque envuelto en un sábado repleto de globos, carros eléctricos, pompas de jabón que flotan en el aire.
En la parte central, unos jaraneros hacen pruebas de sonido tocando una canción. Son de varios lados, Cosoleacaque, Acayucán, Minatitlán, Chinameca. El vocalista lanza su mensaje para que Javier Duarte lo escuche: No podemos pensar que nada pasa, por eso venimos a cantar, y a recibir a la Caravana.

Mientras siguen cantando, palomas danzan en el tejado. Como la paz.

18:48
En la ex caseta a la salida de Coatzacoalcos, una treintena de personas aguardan la llegada de la Caravana por la Paz, proveniente de Tabasco. Dos señores extienden una manta con la leyenda: Bienvenidos.
Minutos después, llegan; la gente que los espera, aplaude. Rocato Bablot, amigo de Javier  y vocero de la Caravana baja para informar que el poeta no pudo acompañarlos porque "está agotado", además para intercambiar palabras con Policías Federales. Entre los reporteros locales trascendía que había recibido amenazas. Nada confirmado.
Rocato sube al camión para seguir el trayecto junto con la Caravana, solo que esta vez serían escoltados por Intermunicipales y Federales. Las patrullas sonaban y limpiaban el tráfico, sobre todo iniciando la Avenida Zaragoza, una de las principales de la ciudad hasta llegar a un punto medio de la misma avenida. Desde allí marcharían para llegar al Parque Independencia.

7:04
Una señora toma el micrófono y exhorta a todos a marchar. Cuatro minutos después, empieza la faena.
Mientras marchaban, a algunos ya se les nota en el rostro el cansancio de los miles de kilómetros recorridos. La Caravana llegó a Coatzacoalcos luego de desplazarse sobre la Ciudad de México, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, frontera con Guatemala y Tabasco.

No queremos sangre, queremos paz.

Los cuerpos caminaban con un propósito, ser escuchados. El ambiente era una mezcla de cansancio, compañerismo, entrega. Los pasos triturando el pavimento, demostraban que hay un dolor, más allá de un personaje como Sicilia, una lucha de todos contra las injusticias.

Coatzacoalcos escucha, Coatzacoalcos es tu lucha

Las voces se unían y mezclaban en una sola. El silente y bochornoso Coatzacoalcos se estremecía. Personas que pasaban en sus automóviles en sentido contrario, miraban atentos.
La Caravana por la Paz está dividida por secciones, encabezados por las víctimas de la violencia, los camiones que los transporta y migrantes de países como El Salvador y Honduras, que acompañan la lucha por la Paz.

Coatzacoalcos no estás solo, te venimos a apoyar
Basta de guerra, queremos ya la paz

Y el silencio se rompía, mientras los cuerpos seguían su camino.

Marchan por la contaminación

Habitantes de la zona Sur, se unen a la Caravana pidiendo normas que regulen los desechos de fábricas. “No hay normas” refiere el integrante de la Asociación de Productores Ecologistas, Gonzalo Roldán.

Nuestros hijos son decentes, no son delincuentes

Vistiendo una camisa de cuadros y un pantalón de mezclilla lanza su recriminación contra las empresas porque están ocasionando problemas de cáncer a toda la población. Han ido al Congreso Federal y hasta la fecha, nadie los escucha.

Ya no hay amigos: Migrante

-Me trae la esperanza- refiere Mauricio Hernández Fuentes. -Quiero paz, venimos apoyando todo esto, las muertes estoy contra esto. He visto casos, que han matado. A mí hermano hace 24 meses lo mataron en mi país. La justicia no hizo nada.-
Habitante del Departamento de La Paz, en El Salvador, y orgulloso de habitar ahí, lanza: Somos más, todos unidos podemos hacer más. El que no conoce la Paz, no es nada.

Vivos se los llevaron, vivos los queremos

Mientras la Caravana se dirige hacia el Parque Independencia y la penumbra inunda la Avenida Zaragoza, el salvadoreño; que porta una playera blanca con el nombre de una escuela: Juan Jacobo Rosseau, unos tenis grises y un pantalón de mezclilla más un suéter como cinturón; recomienda a sus coterráneos lo siguiente:
-Que se cuiden mis hermanos los migrantes, que se protejan. Que se encomienden a Dios. Aquí en México, ya no hay amigos.
Mauricio termina sus palabras, para perderse entre la sinfonía de cuerpos. Mauricio cargaba una bandera de su país pegada con cinta adhesiva al pecho.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta que la delincuencia destroce tu puerta y tu familia?
Con esas palabras, arribaba la Caravana por la Paz y Dignidad al Parque Independencia, entrando por la lateral. Un señor de la tercera edad y perteneciente a ésta, pedía cooperación para la misma.
La indiferencia lo recibía. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis personas, lo ignoraron. Un esquitero le preguntaba que para qué era. El señor le respondía que el Movimiento le reclamaba a Calderón sus fechorías. El esquitero después de escucharlo, solo sonrío para sumarse al club de la indiferencia. El señor siguió intentando convencer a la gente para que apoyara a la Caravana con dinero.
Al recibir los moderadores al contingente, los aplausos sobrevinieron. Algunas personas no sabían qué pasaba, por lo tanto, se acercaron. Otros se fueron con sus hijos. La noche ya reinaba. Pasaban las ocho.
“Los ninis, son ellos, porque ni gobiernan ni trabajan”, decía la moderadora.
Bajo ese lema, y aplausos varios los testimonios empezaron a manifestarse en la tribuna. Rocato fue el primero en abrir y agradecer el recibimiento. Mantas contestatarias se colgaron alrededor del Parque. Unos estudiantes pintaban con gis blanco la base de una estatua. “Nacidos para perder, pero nunca para negociar”.
Los testimonios seguían dando su discurso. Los habitantes de Wikiruta, poblado de San Luis Potosí a los cuales quieren despojarlos de su tierra. Su lema: Wikiruta no se vende, se ama y se defiende, lo vociferaban con ahínco.
Mujeres de Juárez, Chihuahua, subiendo a recordar el porqué estaban ahí, transmitiendo su dolor, un dolor ocasionado por la guerra contra el narcotráfico.
-En cada uno de nosotros, hay un si sí, como Sicilia. No un nini como esos, esas máquinas de matar que no tienen respeto por la vida- lanzaba una mujer que le desaparecieron a su esposo.
La moderadora, tomaba el micrófono de nuevo para decir: Lo más probable es que quieran acallar las voces, y lo están haciendo, toda la dignidad que les hace falta a los ninis, le vamos a regalar una poquita, pero no toda, sino la que nos sobra.
Los aplausos sobrevinieron.
El último testimonio, fue el de María Herrera. Le desaparecieron a sus cuatro hijos. Dos en Guerrero y dos en Veracruz. No se pudo contener llorar, pidiendo que si alguien sabía de su hijo, que le dijera.
-Que me escuchen, si les queda algo de humanidad, mi hijo Gustavo Trujillo, fue desaparecido. (...) yo quería despedazar a esos animales, con mis propias manos. Pero eso hoy, ha cambiado, estoy dispuesto a perdonarles. Pero por favor, díganme, yo se que alguien de aquí sabe.
Los testimonios locales, se dieron por escrito, por miedo a represalias.
La moderadora agradeció que hubiesen asistido para apoyar la Lucha por la Paz en América Latina.
Para finalizar, cuando la noche alcanzaba su propio clímax de oscuridad, se lanzó un globo de colores con velas adentro que se perdía entre la penumbra y los aplausos de quienes observaban.
Ya las voces se habían desdibujado en la intemperie, cuando el sonido de las jaranas cantaban para la paz y su Caravana.

Un canto que no escuchó el poeta Javier Sicilia, porque nunca llegó.

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