miércoles, 28 de diciembre de 2011

Somos lacras


Siempre me pregunté qué había del otro lado de la Calle Tucán. De allí provenían los ruidos indomeñables que me rondaban en la cabeza. ¿Qué son? ¿Qué serán? ¿Acaso hay algo del otro lado de esa puerta de fierro?
-Somos lacras.
Pienso en algo bueno. ¿Pero qué es bueno? Y, ¿por qué me sale a contraluz aquélla palabra al leer esa frase en la pared grisácea atrás del portón de fierro al otro lado de la Calle Tucán?
-Somos lacras.
**
Dos días después, la muchacha que lava baja. Me ve observando de nuevo aquella frase. Rosa, ven, le digo. ¿Qué dice allá?
-Somos lacras
-¿Por qué crees que diga eso? ¿Tú sabes?
-No, no sé. Quizá es una señal.
Una señal, bonita palabra, señal. Menos abstracta que bueno. ¿Por qué asociamos todo con lo bueno y lo malo? No lo sé, quizá lo aprendemos cuando aprendemos a discriminar sumando y dividiendo.
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-Rápido, rápido. Luces, fogones incesantes luces. Pásame ésa chingadera, pásamela, te digo. Coño, qué diantres, que me la pases con una chingadera. ¿Qué no me escuchas pinche puta de mierda? Te estoy hablando caradeverga. ¡Qué me la pases!
Un cuerpo inmóvil. Estático. Las estrellas parecen moverse más rápido si miras el cuerpo inmóvil. Lo miras, se desgarra ante tus ojos.
-Pásame, te lo digo, necesito de esa madre.
El cuerpo sigue inmóvil, quieto, inamovible. Sale un charco rojizo de su brazo. Su antebrazo parece un juego de venas salidas. Una mezcla confusa de sangre seca y olvido.
-¿No me la vas a pasar, puta? Te estoy hablando puta.
El cuerpo que habla se dirige hacia el cuerpo callado, intacto. Al voltearle la cara y observar esos ojos aperlados que sólo la muerte regala, se echa para atrás de un salto inesperado.
Afuera el cielo se vuelve diáfano y el cuerpo que habla se pone a llorar.
-¿Por qué te tuviste que morir, mi puta? ¿Por qué? Despierta.
La jeringa en la mesa, la heroína, la droga, la maldita droga observan la escena y quisieran llorar, pero no pueden. Son católicas, y los católicos no lloran, rezan el mundo como si se inventara en cada Padre Nuestro.
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Fiestas, luces amarillas, verdosas, azules. Se mezclan y se expanden. Enfrente una caseta de policía. Se mira quebrada entre el aire del portón de fierro.
Alejandra. Su brazo roza lentamente el material metálico del portón. Escobar, su marido, le da una nalgada.
-Mi amor, hoy lo haremos con el gis. Hoy sentirás lo que es que te dibuje el mundo entre tus asentadores. Verás como sucumbes. Serás un pizarrón de esos donde uno pasa el gis con frenesí para hacerlo chillar. Tus nalgas serán mi pizarrón.
-Estoy volando, estoy volando entre tus dedos magisteriales. Hazme tuya. Tuya. No, espera, ya soy tuya, penétrame, hazme sudar como a las estrellas. De ti me enamoré por tus ojos que sudan las estrellas. Las estrellas te envidian, las enloqueces. Enloqueces mi vida y la de mi vientre. Me haces vibrar la vulva cada vez que me acaricias con tu lengua. Hazlo, dibújame el universo con la tiza de tus labios. Hazlo.
-Somos lacras. Somos lacras en éste vecindario, lo fuimos en París, lo fuimos en todos lados, lo somos ahora.
-Dibújalo, utiliza el gis y dibújalo. Haz que el mundo recuerde nuestro encuentro, nuestra sed de devorarnos el pavimento.
La tiza dibujó la frase que cimbró la duda. Somos lacras.
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-¿Qué pasa aquí? Es de noche, parecen que los perros hablan ésta noche. ¿Por qué hablan los perros? ¿Acaso se cansaron de ladrar?
El muchacho baja las escaleras. Toma la calle hasta la esquina, dobla en U. Se para de frente al portón. Un portón dubitativo, desdeñable, en el que cualquiera quisiera aventarle una piedra, o mejor aún, darle un golpe.
-Somos lacras, ¡qué frase tan extraña!
Los grillos rompían el silencio. El muchacho pensó oler algo bueno.
-Así que esto era lo bueno que tanto piensa uno cuando no sabe donde se encuentra parado mientras las estrellas lo miran a uno preguntarse estas cosas.
El muchacho decidió partir del lugar.
-Hoy es de esos días donde los perros parecen hablar –se dijo.
El muchacho volteó. Pensó haber escuchado un suspiro.

domingo, 9 de octubre de 2011

"Contar, pero contar bien"


En entrevista exclusiva, la periodista argentina Leila Guerriero nos relata el cómo contar historias la ha llevado a ser una de las principales cronistas de Periodismo narrativo en América Latina, de la aceptación de éste en cuánto a su experiencia y además de las influencias poéticas y narrativas que le han ido formando poco a poco su estructura narrativa.
Para la cronista, hay una diferencia por ejemplo, en el caso de la violencia en México, pues si sólo se cuentan las cifras, éstas producen un efecto raro donde se naturaliza la muerte. Para ella se debe “contar, pero contar bien”.
Ganadora del Premio Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano en 2009 que preside el escritor Gabriel García Márquez y editora de la Revista Gatopardo también recuerda el día que mandó un cuento a un diario, le ofrecieron el trabajo y desde entonces jamás paró de contar.
Las peripecias que tuviste que pasar para proponerle a los editores esto que manejas y que llamamos Periodismo Narrativo.
Esto es lo que suele pasar, pero a mí no me ha pasado eso. Yo he tenido mucha suerte con los editores. Desde que yo empecé a trabajar, empecé a trabajar  haciendo algo que yo no sabía ni siquiera que se llamaba  Periodismo Narrativo. Trataba de hacer las cosas que leía, que otros escribían y que me gustaban mucho, y tratar de pensar cómo era que trabajaban ellos y tratar de imitar ese método.
¿Y la aceptación era buena?
Sí, sí siempre.
Charlaba una vez con una periodista de la vieja escuela, y pues bueno una vez lo calificó como una aberración, que rompía la esencia del Periodismo.
Tendría que hablar con esa periodista, pero no me parece. Me parece tradición que tiene decenas de años, sino pues lo único que podría hacer como periodista es decir en la calle uno con la calle dos chocaron dos autos y se murieron dos personas, no sé.
Escribir o narrar un hecho desafortunado como la detonación de una granada podría considerarse como una apología al crimen o la violencia
No, porque entonces no se podría publicar nada. Cualquier persona que comete un delito, entonces no lo publicamos porque entonces es una apología al crimen.
En la conferencia de ayer se mencionó a la poesía, ¿qué tanta injerencia tiene en el Periodismo Narrativo y cuáles poetas entrañables han influido en tu proceso?
La poesía tiene sentido al leerla para desarrollar el oído. Hay gente que ha ido un poco más allá, la poesía trabaja mucho el oído para la música de las palabras. Es todo lo que importa. Escribir es combinar palabras, que tengan musicalidad, etcétera. Y por supuesto en el caso del Periodismo que tenga un contenido periodístico.
Hay gente que ha ido más allá como Martín Caparrós que ha escrito parte de libros suyos, que son de crónica como El Interior, escritos en forma de poemas lo cual me parece una innovación formal súper importante.
Y en cuanto a poetas entrañables, a mí nadie me parece entrañable, yo los leo no como si fueran mis amigos pero me gusta mucho Idea Vilariño, Marosa Di Giorgio, Nicanor Parra, T.S. Elliot, Claudio Bertoni, la poesía clásica española, Machado, Lorca, Miguel Hernández
¿Y Narradores?
De ficción. John Irving, Glory moore, Patrick McGrath, Richard Ford,  Easton Ellis, pocos latinoamericanos como Rulfo.
Para Leila Guerriero, ¿cuándo deja de ser Periodismo y empieza a ser literatura?
EL Periodismo es literatura. Si vas a la definición de la RAE, la literatura es el arte de expresar algo con el uso del lenguaje. El Periodismo empieza a ser ficción cuando algo está contado y no es verdad, cuando hay un invento, no me refiero cuando pones un adjetivo. Digo cuando por ejemplo acá y vos escribas,  esta tarde estábamos charlando con una periodista argentina y estaba sentada en un  sofá rojo, , era rubia y tenía un leve bigotito rubio, medía dos metros cincuenta, tendencias así, un invento, formar muy a conciencia la realidad, eso para mí es el límite o decir que uno estuvo en un lugar y no estuvo.
Debes decir que no estuviste y listo, hice todo el reporteo por teléfono.
Hablas de realidad, Rodolfo Walsh dijo que la realidad además de apasionante era incontable, ¿te parece acertada la definición del maestro Walsh?
A qué se referiría Walsh con incontable. El contó mucho la realidad. No sólo contó masacres, fue periodista durante mucho tiempo. Digo tiene más piezas de periodismo que de ficción, me parece fascinante y sobre todo que muchas de las historias que he encontrado nunca he sentido que agregarle ficción le agregaría un interés mayor.
En Veracruz es casi desconocido el Periodismo Narrativo, ¿Cómo proponerlo?
Lo primero que tienes qué hacer, es escribir bien, reportear bien, preparar un tema X, trabajarlo mucho tiempo, escribirlo y llevárselo al editor. Es buena forma de hacerse camino.
En tu crónica ganadora del Premio Fundación Nuevo Periodismo, El Rastro en los huesos, hay una frase que me llamó mucho la atención. “Un periodista es una persona que llega al tema y tiene que hacer una especie de curso intensivo, hacer su nota y es difícil que capte la complejidad”. ¿Cuál fue tu reacción, qué cambio hay en Leila después de esta frase,  que son de esas qué luego cimbran el ego los periodistas?
Me pareció una frase provocadora, eso me lo dijo Darío, uno de los forenses más antiguos. Era una provocación de parte de él, y me gustó ponerlo porque era una especie de provocación por parte mía.
No me hizo cimbrar en lo absoluto, yo soy muy segura cuando trabajo, esa frase no me afectó, no me hizo cimbrar en lo absoluto personalmente, ni afectarme. La puse porque reflejaba el bajo perfil de ellos, no tenían interés que la prensa anduviera rondando por ahí, yo sabía que estaba haciendo un trabajo que no era ni parecido, lo sabía porque estuve tres meses con ellos, no hubo ninguno antes que tuviera el acceso que yo tuve, me parece importante reflejar eso que decía Darío, hablar de una cosa interesante, ellos hacen su trabajo y no les interesa nada, que estén haciéndoles notas, ni salir en las tapas de las revistas, si alguien les parece confiable lo hacen, pero no es algo que disfruten, no te esperan con sandwichitos, su tarea es otra y esa frase lo reflejaba perfectamente.
Y además es algo que no tiene que ver conmigo, porque reflejaba el “acá hacemos un trabajo demasiado serio como para estar ocupándonos de atender a periodistas”.
Cambiando un poco de contexto ¿Cuál crees que debería de ser el papel del periodista en los tiempos violentos como los que vivimos acá en México?
No tengo una respuesta para eso, me parece que el papel del periodista, donde sea, es contar.
¿No te parece frío mencionar sólo las cifras y no los nombres de esas cifras?
No claro, cuando digo contar es contar bien. Si lo único que dices es hoy mataron a 30, ayer 45, hoy a 19, eso termina mostrando un efecto raro, uno como periodista y como lector va naturalizando esto.
Hay una cosa muy difícil que no te puedo contestar porque no me ocupo de cosas de violencia, sé los que se ocupan de cosas violencia sobre todo en México la pasan muy mal. Tienes una noticia que no puedes publicarla y por otro lado luego te publican las cosas, terminan siendo textos como muy anodinos,  no producen en el lector un sentido de despertar, de sentirse identificados aún cuando el día de mañana pueden pasarle a ellos
¿Contar la historia, para no ser tan frío con esta realidad?
Yo no se si es frío, simplemente están mal escritas. Uno se dedica al Periodismo porque se supone le gusta escribir, le gusta contar historias,  cualquier historia que vos cuentes llevarle al desayuno un tema que lector no puede tener en primer plano.
No cualquiera puede venir, y decir vengo a entrevistar a Richard Ford y que te digan sí pasa, es el señor que ésta a la vuelta del bar al fondo. Pero si eres periodista, te presentas, venís y tenés el privilegio de ver al señor a Richard Ford y contarlo. Necesitas curiosidad para contar el mundo. Richard Ford o el narco, la historia de una persona o un conflicto.
Si no estás interesado, difícilmente un lector se podrá interesar. Si en vez de contar por ejemplo, el conflicto violento, reseñas, a las diez y cuarto de la mañana pasó tal cosa como si fuera un parte médico, primero que narrativamente no hay interés, está mal contada y difícilmente habrá interés.
¿Qué edad tenía Leila cuándo se dijo, me gusta contar historias y a esto me voy a dedicar?
Yo siempre escribí cosas desde chica. Soy periodista desde 1991, y desde que empecé a ser Periodista nunca me dediqué a otra cosa. Y desde que lo hago me ha encantado hacerlo, así que te diría que hace muchos años.
¿No hay fecha, una anécdota?
Desde que empecé a trabajar, desde que empecé a serlo. Escribo desde siempre, desde chiquita, escribía cuentitos y esas cosas, de adolescente escribía cuentos. Un día escribí un cuento, lo mandé a un diario, me lo publicaron y el director del diario me ofreció trabajar y a partir de ese momento jamás paré.

sábado, 24 de septiembre de 2011

"Tenemos que aprender, a costa de madrazos en Juárez aprendimos"

Juan E. Flores Mateos


En entrevista vía telefónica, la reportera con más de 22 años de experiencia en la sección policiaca del Diario de Juárez, Lucy Sosa, explica cómo es que en estos tiempos violentos han tenido que modificar aspectos de cobertura, además, nos relata malas experiencias al ejercer su libertad de expresión y el cómo  en la actualidad no cuentan con un protocolo de seguridad, pero sí con mucho compañerismo para haber afrontado en estos últimos años la violencia en Ciudad Juárez, ciudad que albergó hasta el 33 por ciento de los asesinatos del país en el 2010.
El Diario de Juárez, fue premiado el 14 de Septiembre con el Maria Moors Caboot de Periodismo otorgado por la Universidad de Columbia desde 1937 por el “desarrollo de un periodismo excepcional” de sus reporteros que a pesar de amenazas y atentados, siguen informando.
Reportear en Juárez no ha sido fácil, pero la reportera suspira plenamente convencida: Nos ha costado varias muertes, pero somos periodistas, si tomaste la decisión de serlo, ahora te aguantas.
La vida de El Diario, ¿antes y después de los asesinatos de sus reporteros?
En lo personal no estábamos preparados para la situación que se dio de manera imprevista. El asesinato de un compañero nunca lo imaginamos.
¿Hubo amenazas?
Si recibimos amenazas, a las cuales no se les dio la importancia que merecían. No estábamos preparados para esto, ni como para muchas cosas.
¿Cuáles son las medidas que toma El Diario para la cobertura, después de los atentados?
Hemos tenido que estar actuando sobre la marcha. Hemos modificado nuestro sistema de cobertura en cuanto al hecho violento.
Antes, podíamos darle seguimiento a un hecho policiaco hasta un mes, o más, hoy en día, una nota de un homicidio  a lo mucho dos días, si es muy relevante hasta una semana. Pero no más. La cantidad de hechos violentos, nos rebasan. Creo que hasta hoy, no tenemos un protocolo que nos sirva. Hemos actuado por instinto para protegernos de varias situaciones.
¿Por ejemplo?
Antes había mucha exclusividad de los hechos, todos buscábamos la exclusividad ahora, nuestra propia seguridad, nos comunicamos todos por radio. En todo hecho, hay que confirmar la información. Por ejemplo, al ir para el Valle de Juárez, al ejido más lejano llamado El Porvenir, no vamos solos, vamos acompañados varios medios. Se han establecido nexos, los reporteros policiacos andamos todos juntos.
Se han dado ocasiones en que primero llega el reportero que la patrulla o que los cuerpos de rescate, aquí la ciudadanía habla a los periódicos para denunciar los hechos por desconfianza a los medios policiacos.
¿Cómo manejan la información para no comprometerse y evitar problemas?
Dependiendo. En un hecho violento, no sabes por la inmediatez si es entre cárteles, puedes atribuirlo, pero no hay certeza. Se informa el hecho violento, no se atribuye.  A menos que un testigo te lo diga.
Nosotros en lo personal no escribimos palabras como: narcotraficante si no hay una resolución del juez, fulano de tal fue detenido por delitos contra la salud en la averiguación previa tal y tal.
Lo único que si queda fuera de la decisión del reportero y se debe tomar una decisión editorial es en caso de narcomantas. Es ahí donde se decide si se publica o no su contenido textual. Hay pintas donde hay pugnas entre ellos. El medio decidió que no sería un vocero.
¿Casos de amordazamiento a medios que recuerde?
El año antepasado, en 2009 hablaron a Canal 44 para exigir que se transmitiera el contenido de una manta, amenazaron con que se rafaguearía el edificio si no lo hacían.
¿Casos donde hayan tenido que darle voz a pugnas entre cárteles?
Hubo un caso, por ejemplo en que La Familia se solidarizaba con Marisela Escobedo. Pedían que la ciudadanía pusiera los datos de los asesinos en Quita puercos, una página manejada en Youtube, que ellos se harían cargo. Para el medio tuvo valor periodístico, y entonces se manejó.
¿Cómo se abordan los hechos violentos para evitar ser copartícipe del horror?
Depende como lo aborde cada medio de comunicación. Existen incidentes en escuelas, centros comerciales, plazas públicas, el cómo la violencia esta trastocando nuestro día a día. Hay maestros que han decidido dejar de dar clases. La información se analiza más allá que ir a ver que cómo quedó la víctima y esas cosas. Otro panorama al hecho. Los vecinos se quejan que no hay seguridad, que escribas sobre problemas de pandillas, que no van patrullas en meses, esa es información que se levanta y se publica.
Hay casos donde te sientes impotente porque no puedes hacer más. La gente no sabe qué hacer después de un homicidio, no sabe qué papelerío llevar, no sabe que tiene derecho a una oficina de Atención a Víctimas, a apoyo psicológico.
¿Cómo medios qué cree que nos hace falta?
Falta capacitación a reporteros. Yo llevo como tres o cuartos cursos, nacionales pero yo los tomé cuando ya me había pasado de todo. Ya había cometido imprudencias.
¿Por ejemplo?
Llegar primero y tratar de ganar una historia. A costa de no saber a lo que me exponía.
¿Una de las peores experiencias que recuerde en la cobertura?
El año pasado iba al Valle a cubrir un evento, nos agredieron unos militares a mí y al fotógrafo.  Fueron golpes y amenazas. Nos amenazaron con levantarnos. Puse una queja. A veces una Comisión de Derechos Humanos no sirve para gran cosa. Todo quedó como un acuerdo de Conciliación entre ellos y yo. Y quedó sólo para que en un futuro, capacitarlos a ellos en estos temas de Derechos humanos. No sirvió de nada.
¿Y en el caso de amenazas anónimas a reporteros por parte de los malosos?
Yo creo que si hay una amenaza, no te van amenazar, si hay un interés de determinado grupo en silenciarte, lo van hacer. No creo que ellos estén advirtiendo, ellos actúan. Yo tengo mucha desconfianza de la autoridad. Creo que las agresiones que más hemos sufrido han venido por parte de los cuerpos policiacos y no del crimen organizado.
¿A través de su experiencia, qué recomendaciones le daría a reporteros de Veracruz?
Recomendaría que en Veracruz, que se están viendo cosas nuevas, sean solidarios consigo mismos como gremio. Enfrentan desinformación. Nunca entendí cuándo por ejemplo, nunca tuvieron los nombres de los reos fugados. Me trajeron de un teléfono a otro. Me dijeron incluso, hay instrucciones. Entonces yo dije: dime el nombre de quién para manejarlo. Yo quería saber, si había gente de Juárez entre los evadidos, porque yo tenía el dato de que había gente que estuvo presa acá, pero jamás se pudo ventilar.
¿Cómo enfrentar el miedo?
No podemos trabajar con miedo. Yo tuve que salir fuera del Estado para capacitarme. Afortunadamente se me ha dado la oportunidad, cursos a Guadalajara a Chihuahua, para tener más precaución y protección.
Por ejemplo, escribes mal el nombre de alguno de un cártel y te tiran. Yo no comulgo con muchos compañeros que se han ido al exilio. Hacen periodismo en el cual no se puede llamar “hacer periodismo”. Para ello, hay que haber mucha autocrítica y no autocensura. Una autocrítica real y sana de lo que escribes. Debes documentarte mucho.
Hay que saber para qué sirven las leyes. Aquí en Juárez, tenemos un nuevo sistema penal. Lo estamos conociendo desde 2008, incluso hay cosas donde dices: no es posible, pero hay mucho más campo de acción. No es sólo reportear la balacera, sino como trastoca a la sociedad. Ha venido mucha gente de todo el mundo para ver cómo hago cobertura.
Una escena del crimen nunca será la misma, cada una es distinta por todo lo que ves. Y es difícil, los niños están pendientes, quieren ver a los muertos, llegan de la mano de sus papás. Yo como madre no lo permitiría. También debes cuestionar a la propia sociedad porque hay gente que se ríe, es la muerte, cómo podemos ser tan inmunes al dolor de las familias.
Son muchas cosas que hay que observar, plasmar, analizar.
¿Cómo van los enfrentamientos en Juárez?
Están reduciéndose, pero también crecen la violencia familiar, secuestros extorsiones, robo de vehículos, robo de vivienda. Creo que el problema es que nos acostumbramos a tener 20 muertos, y ahora con nueve nos damos por bien servidos.
Y la sociedad en Juárez, ¿algún cambio?

Entre 2008 y 2011. Estoy viendo una participación ciudadana. El papel que está jugando la sociedad en estos momentos de violencia, cómo realmente se está luchando por rescatar a la sociedad misma. La sociedad quiere rescatarse a sí misma. Es un trabajo digno, a la altura de una ciudad como Juárez. Hay un montón de grupos trabajando por su lado, por su colonia, por su cuadra, por su zona donde vive, iglesias, maestros, sectores. Los reporteros, a veces, somos ciegos a eso.

Uno como reportero al decir, que la gente sólo quiere en los periódicos morbo y sangre, ¿de qué hablamos?
Eso se dice cuando uno no es profesional. Hay que prepararse todos los días. Yo soy de las reporteras más viejas. Llevo más de 22 años en el ejercicio periodístico.
Cuando estoy con los jóvenes, trato de decirles el respeto a la víctima. Una vez recuerdo que fuimos a entrevistar a una familia. Cuando nos reímos por otra cosa, la familia nos reclamó que eramos unos irrespetuosos. Como reportero me impactó mucho, hay que cuidar la conducta, eso te puede poner en riesgo. No sabes quién es la víctima. No sabes si son sicarios, hay que cuidar mucho la actitud y la conducta.
¿Qué otras recomendaciones debemos aprender como reporteros?
Que nos preparemos, mientras más profesionales seamos, más protegidos estaremos. Respetemos la dignidad de la víctima, incluso esto va para el camarógrafo. No llevar imágenes monstruosas. Ponernos en el papel de la víctima. Preguntarse que si fuera de tu familia, ¿te gustaría qué escribieran eso o le tomaran una foto así?
Hay que ser profesionales con lo que escribimos y como nos manifestamos. Y no ser ciegos a lo que la gente te pide, aprender a escuchar al ciudadano, nunca juzgar. Es un error juzgar. Si la viejita de la esquina te habla para pedirte que escribas que hace falta una luminaria, hay que darle la importancia. Tu no sabes si eso puede evitar una homicidio, porque ha pasado. No está en tus manos ponerla, pero ayudas a saberlo.
¿Cuáles son los errores que la prensa de Juárez ha resarcido?
Cuando dejamos de escuchar al ciudadano, olvidar información que construya. Tenemos herramientas que luego por flojera, no utilizamos. La ley de Transparencia. Aunque digas que es tonta, te salen buenas notas. Hay que usarla.
Me hablabas que las amenazas nunca se tomaron en serio, hasta el 2008, cuando el asesinato de uno de sus reporteros
De Armando Rodríguez, reportero de la fuente policiaca. Armando había recibido amenazas. Cuando lo asesinan ya había empezado la situación de violencia. Empezó en enero a él lo mataron en Noviembre, empezamos a ver cosas que no habíamos visto. Fue muy impactante. Vimos señales que no vimos. Es decir, no prestamos la atención debida. Días antes, apareció un ejecutado el Monumento al Papelerito, que está en el Monumento del periodista. Esa señal se nos pasó de noche.
Pensamos que fue un caso que se iba a esclarecer por ser periodista. Cuando pasó lo de Armando, yo fui la que me quedé con su fuente.
Cuando pasa lo de Luis Carlos, fue un impacto muy fuerte. No había cama en el hospital para el herido –Carlos Sánchez Colunga-. La policía quería quitarme su cámara. Estábamos buscando cama, y me decía que no lo dejara solo. Son cosas que tienes que pensar, actuar y aparte reportear.
Situaciones muy duras en las que tienes que tener la cabeza fría y el estómago vacío y el corazón totalmente paralizado. Los militares me estuvieron persiguiendo para quitarme la cámara. Se tomó la decisión de no firmarse la nota con mi nombre. Se puso Staff.
¿Recuerda algún altercado con gente de los cárteles?
Al día siguiente, me tocó una ejecución. En esta había un periódico en el capacete del carro. Con vista hacia el exterior. Era de El diario de Chihuahua con la foto de Luis Carlos y firmada por mí. No supe qué hacer ¿cómo lo tomo? ¿Cómo amenaza?
Son momentos muy difíciles, hay que tomar decisiones. Tu como periodista y reportero debes trabajar con mucha calma, analizar ver las señales de alerta, pero no dejarse amedrentar.
¿Qué piensa Lucy Sosa al salir de casa?
Cada vez que salgo a trabajar pienso en mi trabajo. El miedo se queda en alguna parte, perdida. Tienes que salir alerta, previendo lo que tienes qué hacer en un hecho violento, o dónde estés.
Salir a reportear sin miedo, pero no ser imprudente. Muy profesional, muy frío y saber que tienes que ser muy sensible. Se puede combinar, tener buena memoria y tener registros.
El proceso que tienen ya lo tuvimos nosotros, no se sientan solos, hay un grupo de reporteros que ayudamos desde acá, lo que necesiten. A nosotros nos han dolido mucho los asesinatos.
Nos duelen mucho y somos solidarios con ustedes, la experiencia que hemos tenido en esta guerra que nadie quiso. Hemos tenido experiencias muy duras como el bombazo. Lo que ustedes necesiten, aquí estamos para ayudarles.
¿Cuál cree que es el peor error de un reportero en tiempos de violencia?
No comunicarnos, no hablarnos, no conocernos entre nosotros. Tenemos que aprender, a costa de madrazos nosotros en Juárez aprendimos.
Pero eso sí, no dimos un paso atrás, nos han costado vidas, pero somos periodistas, si tomaste la decisión de serlo, ahora te aguantas. Hay que aprender de lo que pasa, hay que echarle todas las ganas del mundo.
¿Qué pasaría si dejan de existir periodistas?
Si no hay periodistas, dejamos indefensa a la población, tiene que seguir habiéndolos, como sea.

viernes, 23 de septiembre de 2011

"Aquí en México ya no hay amigos"


Juan E. Flores Mateos
Publicado en Notiver
Domingo 18 de Septiembre 2011

18:00 hrs
El bochorno se esparce en el Parque Independencia del puerto de Coatzacoalcos. Un parque que espera la llegada del poeta Javier Sicilia y su Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, un parque envuelto en un sábado repleto de globos, carros eléctricos, pompas de jabón que flotan en el aire.
En la parte central, unos jaraneros hacen pruebas de sonido tocando una canción. Son de varios lados, Cosoleacaque, Acayucán, Minatitlán, Chinameca. El vocalista lanza su mensaje para que Javier Duarte lo escuche: No podemos pensar que nada pasa, por eso venimos a cantar, y a recibir a la Caravana.

Mientras siguen cantando, palomas danzan en el tejado. Como la paz.

18:48
En la ex caseta a la salida de Coatzacoalcos, una treintena de personas aguardan la llegada de la Caravana por la Paz, proveniente de Tabasco. Dos señores extienden una manta con la leyenda: Bienvenidos.
Minutos después, llegan; la gente que los espera, aplaude. Rocato Bablot, amigo de Javier  y vocero de la Caravana baja para informar que el poeta no pudo acompañarlos porque "está agotado", además para intercambiar palabras con Policías Federales. Entre los reporteros locales trascendía que había recibido amenazas. Nada confirmado.
Rocato sube al camión para seguir el trayecto junto con la Caravana, solo que esta vez serían escoltados por Intermunicipales y Federales. Las patrullas sonaban y limpiaban el tráfico, sobre todo iniciando la Avenida Zaragoza, una de las principales de la ciudad hasta llegar a un punto medio de la misma avenida. Desde allí marcharían para llegar al Parque Independencia.

7:04
Una señora toma el micrófono y exhorta a todos a marchar. Cuatro minutos después, empieza la faena.
Mientras marchaban, a algunos ya se les nota en el rostro el cansancio de los miles de kilómetros recorridos. La Caravana llegó a Coatzacoalcos luego de desplazarse sobre la Ciudad de México, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, frontera con Guatemala y Tabasco.

No queremos sangre, queremos paz.

Los cuerpos caminaban con un propósito, ser escuchados. El ambiente era una mezcla de cansancio, compañerismo, entrega. Los pasos triturando el pavimento, demostraban que hay un dolor, más allá de un personaje como Sicilia, una lucha de todos contra las injusticias.

Coatzacoalcos escucha, Coatzacoalcos es tu lucha

Las voces se unían y mezclaban en una sola. El silente y bochornoso Coatzacoalcos se estremecía. Personas que pasaban en sus automóviles en sentido contrario, miraban atentos.
La Caravana por la Paz está dividida por secciones, encabezados por las víctimas de la violencia, los camiones que los transporta y migrantes de países como El Salvador y Honduras, que acompañan la lucha por la Paz.

Coatzacoalcos no estás solo, te venimos a apoyar
Basta de guerra, queremos ya la paz

Y el silencio se rompía, mientras los cuerpos seguían su camino.

Marchan por la contaminación

Habitantes de la zona Sur, se unen a la Caravana pidiendo normas que regulen los desechos de fábricas. “No hay normas” refiere el integrante de la Asociación de Productores Ecologistas, Gonzalo Roldán.

Nuestros hijos son decentes, no son delincuentes

Vistiendo una camisa de cuadros y un pantalón de mezclilla lanza su recriminación contra las empresas porque están ocasionando problemas de cáncer a toda la población. Han ido al Congreso Federal y hasta la fecha, nadie los escucha.

Ya no hay amigos: Migrante

-Me trae la esperanza- refiere Mauricio Hernández Fuentes. -Quiero paz, venimos apoyando todo esto, las muertes estoy contra esto. He visto casos, que han matado. A mí hermano hace 24 meses lo mataron en mi país. La justicia no hizo nada.-
Habitante del Departamento de La Paz, en El Salvador, y orgulloso de habitar ahí, lanza: Somos más, todos unidos podemos hacer más. El que no conoce la Paz, no es nada.

Vivos se los llevaron, vivos los queremos

Mientras la Caravana se dirige hacia el Parque Independencia y la penumbra inunda la Avenida Zaragoza, el salvadoreño; que porta una playera blanca con el nombre de una escuela: Juan Jacobo Rosseau, unos tenis grises y un pantalón de mezclilla más un suéter como cinturón; recomienda a sus coterráneos lo siguiente:
-Que se cuiden mis hermanos los migrantes, que se protejan. Que se encomienden a Dios. Aquí en México, ya no hay amigos.
Mauricio termina sus palabras, para perderse entre la sinfonía de cuerpos. Mauricio cargaba una bandera de su país pegada con cinta adhesiva al pecho.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta que la delincuencia destroce tu puerta y tu familia?
Con esas palabras, arribaba la Caravana por la Paz y Dignidad al Parque Independencia, entrando por la lateral. Un señor de la tercera edad y perteneciente a ésta, pedía cooperación para la misma.
La indiferencia lo recibía. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis personas, lo ignoraron. Un esquitero le preguntaba que para qué era. El señor le respondía que el Movimiento le reclamaba a Calderón sus fechorías. El esquitero después de escucharlo, solo sonrío para sumarse al club de la indiferencia. El señor siguió intentando convencer a la gente para que apoyara a la Caravana con dinero.
Al recibir los moderadores al contingente, los aplausos sobrevinieron. Algunas personas no sabían qué pasaba, por lo tanto, se acercaron. Otros se fueron con sus hijos. La noche ya reinaba. Pasaban las ocho.
“Los ninis, son ellos, porque ni gobiernan ni trabajan”, decía la moderadora.
Bajo ese lema, y aplausos varios los testimonios empezaron a manifestarse en la tribuna. Rocato fue el primero en abrir y agradecer el recibimiento. Mantas contestatarias se colgaron alrededor del Parque. Unos estudiantes pintaban con gis blanco la base de una estatua. “Nacidos para perder, pero nunca para negociar”.
Los testimonios seguían dando su discurso. Los habitantes de Wikiruta, poblado de San Luis Potosí a los cuales quieren despojarlos de su tierra. Su lema: Wikiruta no se vende, se ama y se defiende, lo vociferaban con ahínco.
Mujeres de Juárez, Chihuahua, subiendo a recordar el porqué estaban ahí, transmitiendo su dolor, un dolor ocasionado por la guerra contra el narcotráfico.
-En cada uno de nosotros, hay un si sí, como Sicilia. No un nini como esos, esas máquinas de matar que no tienen respeto por la vida- lanzaba una mujer que le desaparecieron a su esposo.
La moderadora, tomaba el micrófono de nuevo para decir: Lo más probable es que quieran acallar las voces, y lo están haciendo, toda la dignidad que les hace falta a los ninis, le vamos a regalar una poquita, pero no toda, sino la que nos sobra.
Los aplausos sobrevinieron.
El último testimonio, fue el de María Herrera. Le desaparecieron a sus cuatro hijos. Dos en Guerrero y dos en Veracruz. No se pudo contener llorar, pidiendo que si alguien sabía de su hijo, que le dijera.
-Que me escuchen, si les queda algo de humanidad, mi hijo Gustavo Trujillo, fue desaparecido. (...) yo quería despedazar a esos animales, con mis propias manos. Pero eso hoy, ha cambiado, estoy dispuesto a perdonarles. Pero por favor, díganme, yo se que alguien de aquí sabe.
Los testimonios locales, se dieron por escrito, por miedo a represalias.
La moderadora agradeció que hubiesen asistido para apoyar la Lucha por la Paz en América Latina.
Para finalizar, cuando la noche alcanzaba su propio clímax de oscuridad, se lanzó un globo de colores con velas adentro que se perdía entre la penumbra y los aplausos de quienes observaban.
Ya las voces se habían desdibujado en la intemperie, cuando el sonido de las jaranas cantaban para la paz y su Caravana.

Un canto que no escuchó el poeta Javier Sicilia, porque nunca llegó.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

"Esa canción la cantó mi hijo cuando vino Juan Pablo en el 90"

Juan E. Flores Mateos/Crónica

El cielo clareaba a las siete de la mañana en la Avenida Independencia. Una mañana de martes, donde unas trescientas personas aguadaban la llegada de las reliquias de Juan Pablo II para tocarlas, verlas, sentirlas.
“Me trae la fe” refiere una señora de sesenta años de nombre Eulalia González. Se formaba entre la multitud que esperaba ansiosa en la fila. La avenida Principal, se difuminaba entre vendedores que expendían figuras en estampas entre diez y veinte pesos del Papa fallecido y banderas con su rostro que se agitaban frenéticamente.
Se formaron dos filas. Una sobre la entrada del Zócalo, y la otra sobre Mario Molina. La primera era sólo para observar las reliquias, la segunda, para la misa que se daría a las ocho de la mañana.
Ya eran las siete y media, y la primera en la fila del zócalo, Mayra, trabajadora particular de un consultorio médico. Debía estar a las diez y media en su trabajo, por esa razón se levantó a las cuatro de la mañana para llegar a las cinco y ser la primera en palpar las reliquias.
Vistiendo una blusa amarilla y una sonrisa que denotaba emoción, da sus razones para pararse tan temprano: Lo que me trae aquí es la fe de Nuestro Señor Jesucristo, y la infinita sencillez que tenía Juan Pablo II para predicar el Evangelio.
Mientras algunos esperaban en la Catedral, otros aguadaron en el Malecón; según un vendedor de la ciudad de México de nombre Pablo, desde las cinco de la mañana, ya habían “como cien personas”.
La venta, “más o menos”, así lo dicta Pablo: No nos quejamos.
Personas como María, sintieron angustia. “Por más que puse el despertador a las cinco de la mañana, se me hizo tarde”.
Habitante del Coyol, vistiendo una blusa negra y un pantalón de mezclilla escuchaba atenta una canción que a lo lejos enardecía entre el grupo de gente mientras se acercaba al Malecón, caminaba frente a la Plaza de Artesanías.
La melodía, de Roberto Carlos. “Tú eres mi amigo del alma, realmente mi amigo”.
Para María, ésta canción le trae recuerdos. Y las lágrimas se le escurrían debajo de los ojos con destino hacia los pómulos, le aumentaban la angustia.
“Esa canción la cantó mi hijo cuando vino Juan Pablo en el 90. Mi hijo tenía siete años, era un niño. Hoy, mi hijo tiene más de un año que falleció, el 3 de Mayo de 2010”.
 Fue víctima de una insuficiencia renal. Y eso, no es toda la historia. Su nieto, el hijo de su primogénito acaecido, también murió un dos de octubre. Cinco meses después.
-Hoy pediré por la paz de mi hijo, refiere para luego perderse, como se le perdían las lágrimas en la camisa negra, del recuerdo.
La partida hacia la Catedral
Dos hileras rodean dos camionetas blancas tatuadas con la leyenda Beato Juan Pablo II, el amor está vivo. Un carro Honda Focus SR, de color oscuro y con el rostro del Papa delante de éstas, llevaban a los de logística.
Una tarima atrás del público se levanta con el mensaje religioso: Abrid, Abrid de par en par las puertas a cristo. En letras rojas.
Gritos como: Se ve, se siente, el Papa está presente ambientaban el Malecón. Banderas se agitaban acompañando los sonidos eufóricos. Se vendían también, oraciones del beato a cinco pesos. Dos por cinco, tres por diez.
A las 07:35 emprendió marcha la mini caravana. Escoltados por dos motos policiacas caminaban lentamente. Partían desde la esquina del Paseo del Malecón a la altura del Faro Venustiano Carranza.
Avanzaban entre aplausos y vivas. Una patrulla de tránsito también los respaldaba. A la cabeza, un hombre vestido de blanco movía un objeto de color dorado que expedía incienso. Atrás, tres monaguillos lo secundaban. Dos sostenían un palo largo con una vela. El otro, un palo largo con un Cristo de color plata.
Juan Pablo II, te quiere todo el mundo
A la altura del Café La Parroquia, se pasaron al carril del otro lado del camellón. En sentido contrario. Sólo la fe, rompe esquemas del Estado. Caminaron en ese sentido hasta llegar a Mario Molina, donde alrededor de trescientas personas, los observaban y los recibían con ojos llorosos y palmas agitándose.
La fila, llegaba hasta Zaragoza, a la mitad del Ayuntamiento.
“Se ve, se siente, Juan Pablo está presente”, repetían.
Los vivas que no se gritaron el día de la Independencia por un zócalo semivacío, se compensaban con los vivas de los escoltas ciudadanos de Juan Pablo II.
De treinta personas entrevistadas, ninguna, sabe de Marcial Maciel, ni de sus nexos de pederastía. Ni la relación afectuosa de éste con el ahora beato transportado en la segunda camioneta blanca.
Incluso una señora dijo: Me vale madre quien es ese señor, yo vine a verlo a él, a Juan Pablo, mi fe.
Las calles principales del puerto de Veracruz, eran un lugar donde bolsas del mercado convivían con bolsas Chanel, unidas por un nexo. La fe.
Una familia lanzaba: Gracias a Dios, ya nos acercamos. Otros intentaban tocar la camioneta, para luego persignarse. Carolina Gudiño y su esposo, como la realeza, escoltados por sus guardaespaldas.
¡Viva la paz!
Veinticinco minutos duró el recorrido. A las ocho con un minuto, las camionetas y el carro lujoso, llegó a la puerta de una catedral en obra negra, después de doblar en calle Independencia.
Dos minutos después, abrieron la compuerta trasera de la camioneta. Los aplausos sobrevinieron como los cuerpos que como reacción, se acercaron como si fuese una estampida o una ola de un tsunami.
Un tsunami de cuerpos, ávidos de tocar las reliquias. A las ocho con tres minutos lo bajaron. Muchas personas grababan con sus celulares el momento.
Juan Pablo II, te quiere todo el mundo, Juan Pablo II te quiere todo el mundo
Y mientras una señora, al persignarse después de tocar la camioneta donde Juan Pablo II venía, las reliquias se perdieron en una penumbra de cuerpos, flashazos, y empujones.
Todos querían ver a Juan Pablo II, cueste lo que cueste, para eso se levantaron tan temprano.

lunes, 19 de septiembre de 2011

"Xalapa es un manantial de sangre y lágrimas"


Un cielo gris. El aire gélido. Cientos de personas vestidos de blanco aguardaban a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en Xalapa. Javier Sicilia, enfundaba la bandera de México, los integrantes de ésta lo siguieron.
El recibimiento de los xalapeños, abrazos y besos como bálsamo al dolor. “No queremos más muertos” Y varias pancartas con el rostro de una niña vestida de uniforme escolar. Su nombre, Gaby Arlene Benítez, desaparecida desde el lunes 14 de Junio. Un número de celular 22898747, de la familia, espera ser sonado con noticias del paradero.
Marcharon todo 20 de Noviembre hasta llegar a Plaza Lerdo, donde los esperaba un contingente de más de tres mil personas. Una Plaza Lerdo llena, que de acuerdo a una ciudadana de nombre Gladis, de 40 años, no se veía tanta solidaridad con un movimiento desde hace mucho tiempo.
Xalapa se hermana, con esta caravana
Durante el trayecto, los vivas se escuchaban. Un camión de aspecto oxidado ponía canciones de esperanza, Manu Chao, Calle 13, Ruben Blades con la canción de los Desaparecidos. Una manta blanca cubría el autobús, pidiendo paz, ni una muerta más, ni un muerto más, la paz es exigir justicia.
Basta de guerra, queremos ya la paz
“Ni cuenta nos dimos, ya estábamos sumergidos en la miseria” refiere una muchacha estudiante de Arquitectura de la Universidad Veracruzana. “No puedo confiar en las autoridades, no puedo confiar en nadie, Xalapa no es segura, vengo a manifestarme en general. En Minatitlán también ha desaparecido gente, y nada sabemos”.
Mucha gente observaba desde sus casas y negocios atónitos el paso de la paz, del silencio, del dolor de los rostros que exigían Justicia en una ciudad de  Xalapa con nubes grisáceas.
Se levantaban banderas verdes, como banderines de guerra. La guerra de la paz.
Ahí viene la Caravana, somos muchos, la lucha sigue y sigue
“Prefiero hacerle caso al rumor que al mismo gobierno” refiere otra estudiante de la Universidad Veracruzana de Letras Hispánicas. “Duarte siempre se va a lavar las manos, negarlo todo, porque tiene el poder en sus manos”. Con el puño arriba y gritando consignas de lucha y pidiendo paz se pierde en la oscuridad que empezaba atenuar.
Mucha gente les aplaudía, como por ejemplo, en la Iglesia San José, donde un grupo de personas al unísono lanzaban palmas de aliento.
La oscuridad aumentaba, las luces se encendían. Cada paso que daban, era un manifiesto contra la oscuridad. En la Galería de Arte Contemporáneo, se prendieron las luces al momento del paso de la Caravana.
El pueblo unido, jamás será vencido
Los caravaneros, iban a paso firme. Ya la noche había absorbido por completo sus cuerpos. En la Plaza Lerdo, no se veía ni un rastro de espacio vacío. A reventar. La gente se agarraba de las manos. Consignas de No Más Sangre se veían en muchos pechos de lugareños.
El recibimiento fue caluroso, los aplausos al unísono enchinaban la piel.
De Norte a Sur, de Este a Oeste, ganaremos cueste lo que cueste
-Quiero una mejor ciudad, como lo era antes, quiero un nuevo futuro, quiero caminar en mis calles y quiero que mis hijos lo disfruten como cuando era pequeño. El atole con el dedo que siempre nos han querido dar, que en Veracruz no pasa nada. No hay ninguna diferencia entre Fidel y Duarte sentencia Hilario, ciudadano originario de Xalapa con 40 años.
Una señora de la tercera edad, de nombre María, vestía un saco color rosado. A pesar de que le cuesta caminar, está ahí parada, porque aún cree en que Xalapa pueda retomar la paz.
Tiene 71 años. Y nunca había visto tanta solidaridad, cosa que la emociona y le da ánimos para seguir reclamando.
Uno de los organizadores que sostiene la manta de protección declara que tuvieron muchos problemas. Por eso no se organizó en Veracruz. Uno de ellos y el principal, es que muchas de las personas que estaban marchando estaban amenazadas por varios grupos que no quiere precisar.
Sicilia, y las víctimas de la violencia, se dirigieron al estrado entre palabras como “Ni nos callamos, ni nos rendimos, llevan en sí mismos, la luz de la esperanza, otra sociedad puede ser posible”. Horacio, les da el recibimiento oficial.
Académicos, teatreros, investigadores, profesores y ciudadanos en general les damos la bienvenida a Xalapa.
Xalapa se hermana, con esta caravana
Un ciudadano explica el contexto a la Caravana. Habla sobre los pactos de gobernabilidad de Fidel Herrera y el desarrollo de la violencia  “Fidel Herrera dejó una deuda ambiental, política social, y económica que los veracruzanos debemos pagar y no estamos de acuerdo”.
“En lo que va el gobierno de Javier Duarte ha crecido la violencia, han crecido los asesinatos, los levantones, las extorsiones, agresiones, perpetrados por sicarios, policías y fuerzas armadas contra personas que no tienen que ver con el crimen organizado”.
-Rompan el silencio para exigir un estado de calidad, que nos proporcione seguridad. Que se nos abran espacio para los debates. No queremos ser daños colaterales de una guerra estúpida. Sumémonos a la Caravana por la Paz. ¡Viva Veracruz!
El primero de la Caravana en hablar fue Daniel Giménez Cacho “estamos aquí para reconstruir la vida, construir la paz, me duele mirar por enésima vez las injusticias  y observar toda la sordera y ceguera gubernamental”.
Unas veladoras están prendidas adornando la tribuna. Abajo un altar en círculos. Niños sostenían mensajes de paz.
Le tocó el turno a María Esther Hernández Palacios, profesora de Literatura, hablar sobre el asesinato de su hija, Irene.
-Nosotros no nos diferenciamos por lo que somos, sino por los muertos a los que cada uno llora y pensé que en México, los muertos y desaparecidos que lloramos hoy, no nos diferencian,  nos unen.
-Xalapa es hoy un manantial de sangre y lágrimas pero sigue siendo un manantial, de angustia y de dolor, de zozobra y de llanto pero un manantial. Todas las familias que hemos perdido un ser querido en esta guerra indigne, bebamos hoy de esta fuente que alimenta nuestra alma, que con nuestros vacíos y muertos damos la bienvenida a Javier Sicilia y a la Caravana.
Vestida de blanco, sus ojos se rompían en lágrimas, su voz quería quebrarse, pero el dolor ahogado era más fuerte y se escabullía entre las palabras de la poeta.
-No queremos más guerras, exigimos la paz, paz para nuestras casas, hijos y nietos, nuestros hijos y muertos. Crános, escúchenos señores del Gobierno. Es el dolor lo que nos vuelve dignos y verdaderos.
-Seis balas que hicieron orificios en el cuerpo de mi hija Irene, se llevaron una parte de mí. El ocho de Junio del año pasado y el dolor sigue siendo tan fuerte como el primer día.
-Mentira que las parimos completas, algo de nuestras hijas permanece en nosotros. Algo que sólo les entregamos cuando dejamos éste mundo, es la ley natural, las madres mueren antes que las hijas.
-Nunca tuve antes ésta conciencia, hasta que a sus 26 años, me la arrancaron. Devolvamos a nuestra ciudad, lo que nos ha dado.
Acabar con esta maldita guerra y devolvernos la paz perdida.
No estás sola, no estás sola, no estás sola
Un mural blanco, atrás del público se alzaba con la leyenda “La paz florece”.
-Buenas noches, hoy estoy feliz, orgullosa de tenerlos aquí. Yo espero que con este recibimiento se le quite el mal sabor de boca, del lugar de dónde viene, aquí lo apoyamos lanza a Sicilia Bárbara Ybarra, madre de Gaby Benítez.
-Yo estoy aquí, porque mi hija está desaparecida, Gabriela ya cumplió más de tres meses y no se nada de ella. Es muy difícil, no voy a parar, no vamos a parar hasta encontrarla. Vengo solicitando mayor apoyo del gobierno del Estado., que abran espacios, lugares donde puedan poner fotografías de nuestros hijos extraviados.
No es posible que cuando vienen campañas políticas, nos llenan todo el Estado de fotografías de gente que no nos interesan, y luego no las quitan.
Rompe en llanto, la gente le aplaude.
Nos llenan de basura nuestro Estado, y nuestros hijos, nuestra sangre no les interesa. Ya lo comentaron, Veracruz es un Estado con muchas deudas. Ya lo dejaron sin dinero, ahora lo están dejando sin hijos.
No estás sola, no estás sola, no estás sola
Quiero mi Xalapa de vuelta
La mamá del twittero, Gilberto Vera Martínez, con las lágrimas en ojos, reclama también: Yo sé que mi hijo no es un terrorista, ni es malo, es un ciudadano de bien, da clases, es maestro, mi hijo quiere mucho a su tierra a su país. Cuando lo fui a ver, me dijo: madre, estoy triste porque estoy aquí.
Libertad, libertad, libertad, libertad
-Le pido al Gobernador que reconozca se equivocó que no le imponga a mi hijo una ley que no está en los libros, soy una mujer de 71 años, he llorado mucho, mi hijo está vivo gracias a dios, y les reitero mi cariño a todos los que han perdido familiares.
Anita Martínez, le refrenda su apoyo a Sicilia, y le da el pésame. Sicilia la abraza, la besa en el cachete mientras los gritos de Libertad se esparcían sobre la Plaza Lerdo.
Los testimonios fueron pasando uno a uno. Hasta que tocó el turno de Sicilia, a quien le entregaron una canasta llena de productos veracruzanos por parte de Xalapa. Como respuesta Sicilia, regaló tulipanes de origami.
Sicilia lanzó su discurso: Gracias, después de todas las cosas desagradables que pasaron al entrar a Veracruz, Ustedes son la seguridad, no nos dejen solos. Tengamos reserva moral. Si perdemos el futuro de nuestros hijos, perdemos el futuro de la nación.
Vayamos hacia delante, no nos suelten. La voz de Sicilia se perdía entre aplausos y rostros de llanto. La plaza Lerdo, se desdibujaba en cuerpos indignados, sin miedo, convencidos. Los rostros de indignación, de dolor, de sensibilidad se denotaban en cada hueco de la plaza Lerdo.
Una bandera de México, nunca dejo de agitarse por las manos de un señor. Enfrente, la bandera del Palacio de Gobierno estaba estática, observando el día que Xalapa se levantó del llanto para exigir paz.
La paz que les arrebataron desde que Fidel Herrera llegó al poder.


lunes, 12 de septiembre de 2011

Control Remoto


Control remoto
Observar las paredes que me vieron crecer alguna vez, una pared blanca, manchada con insumos negros, difuminados. Me paro y pienso cómo todo ha cambiado y cómo esta casa ya no olerá a mi padrino.
Recordar un seis de enero hace más de diez años, cuando llegaba a estas colosales paredes que me absorbían y me asfixiaban de repente.  Verlo, mirarlo sonreír y darle la mano para que me cargara y me dijera: Campeón, tengo algo para ti.
Recorrer el mundo en sus brazos y recordar que la diferencia entre el espacio y el tiempo puede ser un abrazo y un apretón de espalda. Volar de repente, entre los tiliches bien proporcionados en la casa y llegar a un cuarto oscuro, donde una cama se expande y entre las colchas un carro amarillo a control remoto. En ese entonces, los videojuegos apenas se conseguían en casas costísimas de Costa de Oro, y el placer de los carros Hot wheels era la cotidianeidad hasta en las casas de cartón, donde muchas veces no eran hot wheels sino de esos coches que venían en un paquete de seis y se vendían en las papelerías.
En aquel tiempo, las sonrisas se volvían un mercado, abrían las tiendas de juguetería para ricos, para pobres, para clase media y presumir era como una prioridad para entrar en tiempo real. Tus padres decían, hijo, debes ser bueno, pero nunca presumir lo que tienes, para luego escucharlos hablar de viajes, y un chingamadral de cosas pues que los contradecían.
No importa, el hecho de ir en una escuela de paga es que muchas veces, al siguiente día, se vuelve un festín de presunción y tiranía mercadotécnica.
Y es aquí cuando observas en el novenario, la fotografía de tu padrino que se difumina entre un retrato de la Vírgen de Guadalupe, a la cual le dedicaba fiestas enormes con mariachis y tacos, y una veladora de lirio Pascual o cómo se llame.
Sonriendo, entre su bata blanca porque es doctor, y llegas, arribas a la casa y todo está en silencio, tu padrino se ha ido y solo queda la fotografía, y escuchas los rezos católicos y entre rezo y rezo te da náuseas porque son como ladridos de perro que se pierden en la atmósfera cuando tienes ganas de ir al baño. Si no les ha pasado, qué bueno, es horrible, porque los ladridos se adentran entre el tímpano y los demás aparatitos que nos hacen escuchar lo que no queremos y lo que queremos y cuando no queremos, el estómago se revuelve como una licuadora industrial.
Observar a tu madrina perdida, maldiciendo el día, con las piernas temblando, con el cuerpo delgado, mil veces más delgado desde la última vez que la visitaste, y su voz apenas denotaba sonrisas. Las enfermedades que siempre los agobiaron, pero que nunca la vencieron porque el amor era más grande, vaya que tenían un carnaval de enfermedades ambos, compartían hasta las enfermedades, compañeros de vida más de cuarenta y cinco años y construir un pequeño palacio de hijos, nietos y bisnietos era el resultado, el bálsamo a todas las adversidades.
Ya de por sí la casa, se había silenciado porque su hermana, su siempre compañera se había muerto una tarde de domingo, cuando descansaban, cayó al hospital y fue muerte instantánea a través de una enfermedad rara.
Salieron juntos, no cumplía ni el año, estaba próximo pero todavía se podía, se soñaban viajes como los que hicieron a Guatemala, Disneylandia, París, Tierra Santa, éste el último donde te trajeron arena que guardas en casa, y el último para ellos, que su oficio de maestra y oficio de doctor, les permitió recorrer parte del mundo.
Sigues observando, y escuchando; mi viejito, se me fue mi viejito, no se qué haré; y viene a tus brazos y ni ganas tiene de abrazarte, se te lanza para que la abraces, y lo haces, pero su cuerpo es tan frágil que no lo haces tan fuerte y se escapa como se escaparía el agua al querer atraparla y se dirige a otra persona, y parece caerse, pero no, y sigue diciendo: mi viejito, ya no será lo mismo sin él.
Se ha quedado sola, y me digo que será difícil, mi madre dice que no tardará en irse, la tristeza nos mata y nos lleva a lugares inimaginables, inalcanzables como la muerte y su manto aperlado.
La muerte, esa inefable que nos recuerda que somos un suspiro, un abrazo de la vida, una mirada perdida, carne en movimiento. Tenemos el amor, la esperanza, la fe, la amistad, la hermandad, pero todo se muere, la muerte nos vence, es la gran vencedora, siempre nos da una vida de ventaja.
Imaginas el féretro, una semana antes cuando estabas en casa, escribiendo y escribiendo pero ignorabas su muerte, pues te enteras a media semana y tus actividades no te permiten asistir hasta el domingo.
Te aburren los rezos, esa es otra razón, pero en esta ocasión es lo que menos importa. Te sigues moviendo y la escuchas, tu madrina pasa frente a ti, perdida entre sus pasos, se dirige a levantar la cruz. Otra vez, otra vez no dice y su voz se apaga como se apaga la veladora que lleva la rezandera en mano.
Vuelven a prender la vela y entre los rezos, se levanta la cruz y el calor supera los cuellos y los envuelve en un mar de sopor incontable.
Aplauden a su memoria, y ves a tu madrina que con una sonrisa quiere tapar todo su dolor, lo intenta y algunos se lo creen, pero yo no, y uno como joven no sabe que decir en esos momentos, tus discursos existencialistas y filosóficos no sirven para quienes creen en seres supremos, o en tradiciones orales de las que no te sientes parte. La poesía tampoco serviría, ni la música, apenas los abrazos reconfortan.
Y entre aplausos y aplausos, empiezas a recordar la voz de tu padrino y el carro amarillo de control remoto, y su risa que rompía cuando se embriagaba con tu padre y hablaban de los viajes que te pagarían al extranjero.
Hoy tu padre, no está, quién sabe dónde está, los abogados nacen y mueren en los tribunales. Y tu madrina llora, sigue llorando aunque las lágrimas no le salen, pero miras como son invisibles y se pierden entre el refresco Sprite que se bebe.
Me gusta mucho el Sprite hijo, y te sonríe, le sonríes, pero no sabe qué decirte, y se va, se escapa para despedir a la gente que llegó.
Te sientes junto a tu madre y tía, y unos señores de edad avanzada que platican entre ellos. Todos hablan y te pierdes entre los puntos negros del mosaico del piso. Lo comparas con el Universo y las cosas que no entiendes, te vuelves una partícula de polvo que nada entre los mosaicos.
La voz de tu madrina interrumpe tu trance, pero sigues pensando en la muerte, en la pólvora, en los gritos, en los gritos de Akas cuarenta y siete, del peligro de ser reportero, de la gente que ha muerto, de los hechos fortuitos, de que la vida es eso, un suspiro de bala.
Una lágrima se discurre entre tu ojo izquierdo, mientras la veladora a tu padrino se apaga. Te acercas a prenderla, y miras que observa desde lejos, sientes que te abraza.
Mijo, tengo algo para ti. Recuerdas el carro amarillo de control remoto y cómo viajabas en primera fila sobre el mundo.
Una mano te toca el hombro y esta vez, tu padrino se ha esfumado. Es tu madrina que llora, sus ojos te recuerdan a una tumba fría.
Y es cuando las paredes blancas se hacen enormes y empiezan asfixiarte; las paredes ya no huelen a tu madrina tampoc