Juan E. Flores Mateos
Un
estadio atiborrado de rojos y blancos era el ritual perfecto para que El Águila
de Veracruz, el equipo de casa, se coronará campeón de la Zona Sur ante los
Tigres de Quintana Roo. Pero esto no sucedió.
En
una noche fresca, donde los gritos se entrelazaban con la pequeña brisa que
corría en el interior del estadio, El Águila empezó yendo arriba en la Primera
entrada de la baja; dos dobletes, uno de José Manuel Orozco y otro de Frank Díaz
puso a los rojos con la esperanza de título a la vuelta de la esquina.
Sin
embargo, después de ello, el juego se puso parejo por ambas partes. Una muestra
de ello se dio en la tercera entrada; los Tigres de Quintana Roo hicieron un
inesperado doble play para privar las esperanzas de anotación de los locales.
En la misma entrada, pero de la baja, El Águila le devolvió la faena. La gente
enardecía.
Un
calambre de un jugador del Quintana Roo en la cuarta se prestó para que desde
la tribuna, el castre jarocho se apareciera: ¡Sóbale la nalga, umpire! ¡Sóbale
la nalga, que eso es lo que quiere! ¡El umpire es choto! ¡Te aprieta la del
burro! ¡Tírenle unos plátanos! Todo un festín del albur y el escarnio.
A
partir de la sexta todo cambió de golpe. Con un hombre en tercera, Alexander
Romero, Los Tigres esperaban un descuido y anotar. Solo había un out. Un
pequeño batazo al centro y un intrépido lanzamiento del receptor a primera
descuidó home, Romero anotó barriéndose de palomita a pesar del intento del
primera base en evitarlo. La gente abucheó.
En
la tribuna, varios se llevaron las manos a la cabeza, otros mentaron madres al
umpire. Nadie hacía esa pequeña derrota suya, salvo su frustración.
En
la siguiente tanda, Los Tigres la volvieron hacer. Primero Jaime Trejo le
conectó un cuadrangular a Héctor Navarro. De allí, otro sencillo de Kevin
Flores que avanzó a segunda por un toque de sacrificio, hizo que El Águila
cambiara de pitcheo. El zurdo Leobardo Moreno entró en relevo, pero aun así, un
doble de Alexander Romero con dos hombres en base puso las cosas 4-1. La
desesperación en la tribuna no se hizo esperar.
En la siguiente tanda, en la sexta de la baja cuando bateaban los rojos, varios villamelones se marcharon, dejando huecos en las tribunas. Un señor de lentes sobre la cabeza, camisa Armani blanca
y pantalón de mezclilla empezó a platicar de cómo había conseguido los boletos
“de chiripa”.
-Loco,
los conseguí con un buen revendedor. Son los mismos que los del fútbol, aquí o
allá es lo mismo- le decía a otro de camisa roja y bermuda; ambos sostenían una
michelada escarchada por la orilla en un vaso ancho de unicel.
El
estadio lució llenó, a reventar. Quien no encontró lugar, tuvo que pararse
enfrente de cada acceso para no estorbar a los que estaban sentados en las
gradas. Incluso, por el área de home, unos señores bromeaban a quienes se les
ponían enfrente: ¡Ahí les va la caliente! ¡Ahí les va el aggguaaa! ¡Ahí les va
la lluvia ácida! ¡Ahí les va la saborizada! Todos alrededor reían con gran
algarabía.
Para
conseguir un boleto, gente se formó desde las ocho y media de la mañana. Cuando
abrieron las taquillas, veinte minutos pasadas las diez y entre la
desesperación de los aficionados, ya habían alrededor de cien personas
formadas. Todo desde allí parecía gestar un final feliz, un final feliz que nunca
llegó.
Dos
hits más en la octava dieron el triunfo parcial a Quintana Roo y le royeron la
esperanza a El Águila de coronarse en casa; la serie regresaba al Caribe, aun así
El Águila sigue a un juego para coronarse campeón en el sur.
Cuando
este par de últimas carreras entraron gracias a un hit de Sergio Contreras,
casi medio estadio se vació. Sin embargo, en la tribuna muchos señores nunca
dejaron de alentar. Uno de ellos, quien siempre acude y se sienta en el mismo
lugar les lanzó aliento ya en la novena de la baja, cuando El Águila tenía dos
outs y nimias posibilidades de anotar.
-Águila,
mi niño, en las buenas y en las malas contigo, te llevas mi bendición y la de
todos los que estamos aquí a Quintana Roo.
Todos
aplaudieron enseguida.
Minutos
después se materializó el último out; el estadio quedó vacío, ausente, como del olvido a la derrota de ver al Águila campeón
que no lo es desde el año 70, un águila que empezó volando pero que después de
la sexta entrada terminó cayendo por su propio peso.
La
victoria y el último vuelo por el campeonato esperados desde hace 42 años, al parecer, serán en Quintana Roo.
(con
información de Xeu).