martes, 12 de abril de 2011

Homo nihil.

Los ojos atiborrados de lágrimas, la penumbra del crepúsculo asfixiando todo rastro de ruido y una pesadumbre cayendo sobre mi nuca cuando la metástasis del miedo irrumpe en la atmósfera porteña. Una vorágine inefable de sopor y aire mefítico rodeándome mientras danzo hoy por las ruinas de este mundo estúpido y lleno de cuerpos insolubles que emanan incongruencia. El asco de mis intestinos, el sonido de los grillos, la tristeza de los jardines, los suburbios como espectros y los camiones que destrozan el pavimento agrietado. Las grietas me recuerdan que llegué a este mundo, insufrible y gozable pero no, me iré y nadie me recordará como nadie rememora los panteones las noches de fin de año, porque todo es cerveza y aire hipócrita disfrazado de una fraterna jovialidad. Atisbo y camino, y el aire me pega en la cara y me sigue golpeando porque en realidad no miro y sólo escucho silencio, y mis oídos fabrican un ruido medio extraño e insoslayable como si el mar se moviera pero no puede ser el mar, porque no hay mar en mi derredor sólo hay un ramerío pero en realidad hay nada, un aire vacío que me acribilla los pómulos que me dice y cuenta que un movimiento, un segundo, un sólo paso es una partícula de polvo y el polvo no importa en el mundo como las piedras, los insectos, las bacterias, porque el mundo es infinito, y no infinitesimal y esto último para el ojo humano nunca sirve porque no lo percibimos, los humanos desechamos e incluso desechables somos como platos de unicel y es que todo compramos, consumimos y dejamos rescoldos asquerosos que solemos llamar basura, pero podríamos llamarlo desperdicio y se almacena en la tierra y los olores que emergen son agrios como nuestro sudor y apestoso como nuestra mierda y la mierda sería nuestra cualidad más grande sino fuera porque nos hacemos superiores creando armas e instrumentos pero no somos más que cadáveres revividos que chupan la esencia de este mundo porque si no lo fuere así, los mares no estarían llenos de mercurio y contaminados como el vómito de todos nosotros que malamente nos llamaron homo sapiens sapiens, cuando somos homo nihil, homo nadie, homo nada como el espacio que hay entre mis lágrimas y el mundo que explota y seguirá explotando aunque muera, porque soy infinitesimal, una partícula de polvo que se va al abismo de los muertos.

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