martes, 30 de noviembre de 2010

:)

Una melodía de "Noche de Paz" atraviesa la pequeña sala cálida y amarilla del joven tundeteclas que ha sentado a observar como fuera, varias ráfagas de arena mitigan el aire, hasta hacerlo totalmente de color café y la transparencia del mismo se ve atenuada por la noche, fría, gélida que ha caído intempestivamente mientras el joven sigue impertérrito, callado mientras ve dentro de sí esa angustia proveniente de la nada, carcomerle los huesos, colocando ante la nada, frágil y diciéndose a veces lo absurda de la existencia.

"Soy un maestro del pesimismo"; comienza el monólogo mientras la misma melodía lo harta hasta pasarse la mano por los cabellos, y el mismo hartazgo hace que sus cabellos sean queriendo ser arrancados por las manos, y a su vez le recorre el sopor de lo cálido de su sala, con muñecos sonrientes.

Toma uno de los muñecos, lo rompe, lo observa. Pasa lentamente los dedos y se dice así mismo: Así es todo, vacío, absurdo, así nos rompemos, así quedamos después de muertos; mierda de gusano, polvo de ceniza.

En su cabeza, rememora las olas del mar mientras se golpea la cabeza y dice: ¡No siento mis pies, no me siento a mí! Las escucha mientras la melodía navideña interrumpe segundo a segundo, se toca rápidamente los ídos y se dice a sí mismo; ¡Ya basta!.

Se golpea, se tira al suelo; por dentro le recorre una picazón en el cuerpo, que lo hace revolcarse de ira, y empieza a lanzar improperios contra la religión mientras observa el nacimiento de su madre bajo el árbol, toma una pieza, la estruja y le sobreviene un dolor en el pie, lo golpea en el piso para atenuarlo, pero se exacerba hasta que en el pecho le recorre un dolor, y empieza a oler a basura dentro de la casa, todo sucede rápido, las olas del mar uniformes, el ruido dentro de sus oídos, el dolor que destroza su pie, su pecho carcomido por el dolor venido de no saber dónde, empieza a sudar, y sudar cuando de repente dice: Ese dolor es el de la existencia, pero yo no existo.

Todo desaparece. El olor a polvo y sudor hace crujir la nariz de temor. El joven sólo observa, pero no siente. Dice: No existo, nunca existí, y observa los muñequitos navideños todos sonrientes.

Serán así los humanos¿? Sonríen, lloran pero por dentro todos vacíos; como aire comprimido.

El aire comprimido es, por supuesto, lo qu eme olvida al caminar por algún lugar de piso resquebrajado.

(continuará) (Falta pulir)

No hay comentarios:

Publicar un comentario