sábado, 11 de septiembre de 2010

Repensar

Entre aguijones intempestivos llenos de insólito veneno, entre punzadas lacerantes llenas de olvido y frustración, entre resquebrajamientos de las ideas Kantianas y el hueco-espacio del A priori y A posteriori se desdibuja la duda y el placer de sentirme inepto y, a veces, pueril ante el comportamiento decente y sensato de la sociedad teledirigida, fanática de una irrealidad de la culturalización y la idealización de la banalidad televisiva y la mediocridad apremiante que disgusta pero se aclama y se premia como el mayor rastro de inteligencia humana.

Y yo aquí, pensándote...mientras las dudas se disipan en el horizonte vertical e inútil de sentirnos distantes...y en sincronía.



Esperando, mientras las luces de ahí fuera se apagan una a una, el cálido recuerdo en tu memoria que me segrega hacia un destino cruento lleno de incertidumbre mientras respiras el cuello del pretérito asfixiante lleno de olores fétidos y una que otra araña de desconcierto y relámpagos que  destruyen toda posibilidad de regalarte mis sonrisas cuando entristeces y mis brazos cuando flauqeas en un existencialismo que te agobia...

Eres -quizá- toda posibilidad de respuesta al complemento extraño llamado amor equiparado con los fantasmas porque hablan de él pero nadie lo ha visto.

EL interaccionismo simbólico de Blumer en el 1938, nueve años después de la Gran Depresión...nos lleva a los tres puntos más importantes.

Las personas actúan sobre los objetos de su mundo e interactúan con otras personas a partir de los significados que los objetos y las personas tienen para ellas, es decir, a partir de los símbolos. El símbolo permite además trascender el ámbito del estímulo sensorial y de lo inmediato, ampliar la percepción del entorno, incrementar la capacidad de resolución de problemas y facilitar la imaginación y la fantasía.


Los significados son producto de la interacción social, principalmente la comunicación, que se convierte en esencial tanto en la constitución del individuo como en (y debido a) la producción social de sentido. El signo es el objeto material que desencadena el significado, y el significado el indicador social que interviene en la construcción de la conducta.

Las personas seleccionan, organizan, reproducen y transforman los significados en los procesos interpretativos en función de sus expectativas y propósitos.
 
¿Qué es el amor para el obstinado, para el oprtunista, para el existencialista, el nihilista, para el ser?
 
¿Qué es el poder para el pobre, para el político, para el soñador, para el apático, para el joven aprendiz?
 
Conclusión:
 
Que eres para mí, y que es ese poder que tiene tu sonrisa y tu voz apiñonada mientras mi estómago hace gargaras de emociones encontradas y pérdidas en algún siglo como lo es el veintiuno...
 
Prometo averiguarlo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario