miércoles, 27 de octubre de 2010

Incompleto

Los bosques emperifollan el ambiente verdoso y a la vez gris de nunca terminar el día. Una muñeca estaba postrada en aquella esquina hasta el momento en que el joven, regordete, barba partida y ojos hundidos pudo al fin, nunca saber nada de la muñeca. Ahogabase en tiempos profundos de soledad terrible.

El joven se preguntaba una y otra vez, porqué lo olvidaban cuando dejaban de verlo. Siempre estaba contento de conseguir una cita que lo olvidaba a los cinco minutos de pactada. Regularmente bebía alcohol hasta ahogarse entre olores de vómito y carne mal procesada en el estómago.

El jóven terminó en una esquina, en medio de tres kilos de cartón y un chorro de sangre producto de una devastación etílica. Sus intestinos fueron perforados por el exceso de cebada.

Murió virgen y con una botella en la mano. Su última cita llegó, y al no verlo se retiró con lágrimas en los ojos y la impotencia, maldiciéndolo que ojalá se pudriera en alcohol y sangre y nunca más pudiera caminar.

Ninguno de los dos supo que paso con el otro, mientras la botella seguía sostenida por el cuerpo postrado entre gusanos, inmóvil.

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