domingo, 1 de agosto de 2010

Vocablos comenzantes.

Dicen que el comienzo de toda preferencia y de todo pecado es el placer. Diría Platón que el hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. 
Frase que nos queda como anillo al dedo. Nosotros los humanos, debemos buscar el equilibrio para que nuestra humanidad no se erradique ni se extinga. Es quizá por lo que se nos castigo al tener dos formas de tomar decisiones. Con la seudo razón y con el lado cursi del sentimiento, y aquel que nos salvará algún día, el amor.. Y digo seudo, por que parece que la razón del todo y perfecta no existe. Dice un amigo que si fuéramos cien por cientos razonables, nadie amaría. A veces me pregunto como sería el mundo sin amor...sin amor no existiría el odio...pero probablemente sería como rutinario. Serían roles perfectos y sin sentido. Un mundo sin Dios, si fuesemos inmortales, con nuestro orgullo y nuestro antrocentrismo quien lo necesitaría. El consuelo del mundo, el opio de los pueblos que llamó Marx...no existiría. Nada existiría. 

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