viernes, 6 de agosto de 2010

En el precipicio

Los minutos que transcurren sin piedad a la espera del humano que busca respuestas son inexorables. Como inexorable es la distancia que me separa de tí, una distancia de esas que dice García Márquez...que la peor forma de esperar a alguien, es estar sentado a su lado sabiendo que nunca lo podrás tener. Por razones obvias no fue extrañar la distancia, si no distanciar el extrañamiento cotidiano de los suburbios en explosión efímera. El viento me cuchicheó mientras esperaba sentado a que el futuro llegara, cuando el suprafuturo anticipó dos lunas a mi cabeza, a mi lucidez.

Allá en mis nueve años circulaban dos tipos de tranvías...

La noche ahí fuera es mágica y silente, un noventa y cinco por ciento de este lado globular o hemisferial del planeta se encuentra dando paseos con Morfeo. Otros quizá hace cinco minutos que dieron el último suspiro para reunirse con los recuerdos dejados en algún vagón de última tarde, de último sueño

¿Cómo será el mundo cuando no pueda yo mirarlo, ni escucharlo, ni tocarlo, ni olerlo ni gustarlo?

Absurdo es una palabra meramente contestataria y digna de debate existencial. Absurdo es la máxima expresión de fracaso y de opinión contrariada. Absurdos los que se contradicen, porque en el mundo de las verdades superficiales lo que se ve existe, aquello intangible, eso que llaman sentimientos, sólo se siente pero no se toca. Tontos¿?

Los barcos dialogan tras la niebla, mientras ningún rescoldo de lluvia aparece por estos menesteres que han inundado con toda la rabia natural de la reacción. Sólo lo imagino, sería un absurdo imaginarme esas blasfemias a la realidad porque aquí los absurdos no triunfamos. la descalificación es la llave de la aceptación de la camisa de fuerza social...una opinión que disiente a lo estipulado es digno de comunizarlo o llamarlo idealista.


Pobres los idealistas, soñando un mundo mejor cuando el setenta por ciento de la gente le gusta desgastar este pobre mundo que sólo le quedan unos años de consumismo exacerbado y uno que otro minuto de reflexión.

Primer acto: La moral es una prostituta parada en la esquina que dialoga con el prejuicio eclesiástico. La regla número uno es joder al que nace, al niño en formación. La curiosidad de este niño se ver´envuelta por reglas que la moral no entiende ni el prejuicio eclesiástico comprendería.

Segundo acto: El niño entra al burdel del conocimiento prejuiciable. Todo lo que pasa es por obra de Dios. Primera lección. Segunda lección, toma unas revistas de Playboy con el Benedicto XVI fornicando a lado de Marcial Maciel un séquito de monaguillos. Parentésis, Dios se manifiesta. La respuesta: Regreso enseguida mi preciosa nueva creación...necesito practicar la sodomía con la moral, dice el prejuicio eclesiástico con una voz de excitación exorbitante. A la moral le gusta que le rompas el clítoris de la ética y recto de los valores. Tardamos dos mil años en regresar, o antes, quizá después de los 1500 años tomemos un receso.

Tercer acto. El niño, entre tanto compañerito como el morbo, la duda, la curiosidad, la superstición y la dependencia de un sistema líneal consumista que te obliga a pensar que las cosas son necesarias para la supervivencia. Si no tienes un Ipod con GPS, no eres un humano cuerdo y confiable. Es la era de los tecnocrátas, dominan el mundo con sus Blackberry y menoscaban a quienes no compartan su ideal consumista de la creación. Porque Dios es consumista de humanos, les renueva la moral y la existencia, el apellido y el abolengo. Aquí nadie es hermano de nadie...mientras más blanquito más se tiene el derecho de acceso al cielo.

¿cómo se llamó la obra? EL prejuicio en el nombre de Dios Padre Todo pecador. Por que si Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza...entonces, el es el Gran Pecador, el Gran Patriarca de las mentiras.
Título que Fidel Herrera Beltrán enaltece con la angina de pecho que tiene en la garganta de aguardientoso. Pero el chayote elimina esos postjuicios. Viva el clientelismo.

EL consumismo es consumirnos. Que importa el mundo, total. EL último vagón parte sin retorno.

Unas vías férreas largas, anchudas y pálidas. Por si fuera poco también es monótona mientras el viento del exilio golpee los caireles del tiempo y de la soledad.

De vez en cuando es bueno ser consciente de que hoy, de que ahora...estamos fabricando las nostalgias que descongelarán algún futuro...



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