miércoles, 23 de marzo de 2011

Grillos

Se esparcen como los copos de nieve sobre la arena. Gritan que mueren pero viven entre el césped. Oyen desde lejos pero nos hablan tan cerca. Tienen el corazón confundido e inhóspito. la última vez que amé a un grillo me quede tan solo como un grano de arena en lo profundo del mar. Ese sonidito, tan perspicaz y sugestivo que se expande como la luna de otoño en los diciembres perdidos.

Me recuerdan que la soledad vive y renace y se multiplica para decirnos: ¡Oye, estás acabado!

Fulmina el tintineo como tiritan las estrellas. Las nubes son aquellas formas gaseosas que festejan nuestra ineptitud. Lo que ustedes no saben, es que en el cielo se libro una batalla y la perdimos. Estamos condenados a vivir en esta tierra con nuestras uñas carcomidas, la lengua quemada con ácido, la memoria infiel e infausta y toda la tristeza almacenada del mundo.

Son las once y todo se volvió silente.


Si no fuesen por los grillos, los humanos estuvieran solos con la luna diciéndonos que tan perdedores somos.
No es la victoria, sino el autismo de los muertos.
Nos condenaron a la derrota eternamente.

Tampoco son las once sino las diez.


Y celebramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario