lunes, 7 de marzo de 2011

Arias.

Circula el pavimento sobre los ojos. Se vuelven líneas difusas. Hay nada.

Traigo arena de playa incrustado en el poliéster. No es poliéster, es mezclilla, y se vuelve una danza de tela sicílica. Eres tú, Andie, sutil sonrisa, labios no tan pronunciados y talento oculto. La tímidez nos embarga pero hacemos como que no lo sabemos. Saber es la precipitación del hay nada. Ojalá en otro momento, en otra ocasión donde me encuentre contigo escuchando el bullicio de las sardinas en movimiento.

Las olas son hijas del llanto que nunca llega a desembocar el "guash, guash". Te sentí entre mis antebrazos, mi nariz olfateó cada milésima parte de tu ritual corpóreo. Vestías un gris a doble camisón. Sentí el almidón de tu piel vocal sobre mis labios.

Arias ha sido timada muchas veces. Arias cree que le hablo de multiplicaciones, sin el kindergarden terminado.

Cuando la música reina en el ambiente, los poemas se vuelven vacío insustancial, y la carcasa del ente, hedonismo para el cuerpo vacío de líbido.

Mientras más poemas lees, menos proporcional será el fracaso.

El fracaso puso un número catorce en mi cuenta y la tristeza exacerbando cada centésimo de la fiesta de la nalga, la cerveza y la perdición de los sentidos

1 comentario:

  1. Me agrada tu blog, se que mi blog no te interesara en lo más mínimo pero igual me atrevo a invitarte, Juan.

    Saludos.

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